martes, 23 de octubre de 2012

Fiesta Nacional



Como producto del proceso de transformación del Ejército Salvadoreño en un ejército contrainsurgente quedaron conformados cinco grupos élite o «Batallón de Infantería de Reacción Inmediata». Cada uno de los BIRI estaba integrado por siete unidades militares armadas con fusiles M16-A1: cuatro compañías de fusileros, una compañía de mando y servicio, una compañía de armas de apoyo y un escuadrón de reconocimiento. Los cinco eran: BIRI Atlacatl, BIRI Atonal, BIRI Ramón Belloso, BIRI Eusebio Bracamonte y BIRI Manuel José Arce.

El Atlacatl, nombre tomado del cacique que fuera símbolo de la resistencia pipil contra la conquista española, fue el más letal de todos. Para formarlo escogieron una cantidad de soldados y oficiales y se los llevaron a todos a los EEUU. El primer contingente que enviaron, por la información que nosotros disponíamos, fue de 1200 soldados. El batallón fue entrenado en Fort Bragg, Carolina del Norte, por las Fuerzas Especiales de los Estados Unidos (los Boinas Verdes, como Rambo) la 505ª de Infantería y la 82ª División Aerotransportada.

Después de entrenarlos allá los devolvieron a El Salvador transformados en fieras. Parar y detener al Atlacatl era una tarea dura y difícil. Cuando te topabas con ellos era un verdadero infierno. Esa tropa, preparada con un nivel de agresividad tremendo, cometió algunas de las mayores atrocidades y matanzas de la guerra, incluyendo la Masacre del Mozote en diciembre de 1981 y el homicidio de los seis padres jesuitas de la UCA en noviembre de 1989.

Entró en operaciones los primeros días de marzo del 81, con un total de 1261 soldados al mando del Teniente Coronel Domingo Monterrosa Barrios. Este Monterrosa era un hombre muy prestigioso entre la fuerza. Parte de su entrenamiento lo había realizado a mediados de los años 60 en Fort Gulick, Panamá, donde funcionó la Escuela de las Américas hasta que la trasladaron a Fort Benning, Georgia. Monterrosa era un tipo que operaba junto con su tropa, que acompañaba, que respaldaba, que cohesionaba a los soldados en la lucha. Pasaba la Navidad y las demás fiestas en el terreno, y era de los pocos oficiales que acompañaba a los soldados durante las operaciones. Los otros lo que hacían era ubicarse en las alturas y desde ahí dirigían. Pero este cabrón andaba con los soldados. Lo teníamos identificado como uno de los jefes operativos más sanguinarios y más efectivos del Ejército. Combinaba las dos cosas. En El Mozote, Morazán, las tropas del Atlacatl al mando de él asesinaron a más de 750 personas, la mayoría niños. Cuando hicieron la exhumación, en 1992, las antropólogas forenses argentinas determinaron que de los 143 cuerpos identificados en el laboratorio, 131 pertenecían a niños menores de 12 años, incluidos tres que no pasaban de los 3 meses de vida.

Lo habíamos declarado nuestro enemigo número uno, y así llegamos a intentar montarle varias operaciones de las cuales el baboso se nos escabullía, se nos escapaba. Pero habíamos identificado que él estaba en una onda de buscar protagonismo. Era el mejor oficial del Ejército Salvadoreño y no tenía el reconocimiento que se merecía en términos de su posición en las Fuerzas Armadas. Ya se había hecho frecuente en él que después de cualquier operación, después de que agarraban el cadáver de un guerrillero, dos, tres armas, él llevaba a la prensa y la TV para lucirse.

Como jefe de la III Brigada de Infantería con sede en San Miguel, que le daba cobertura a toda la parte oriente y norte del país, a mediados de octubre del 84 Monterrosa lanzó la “Operación Torola IV”, que movilizó a más de 2000 soldados. Para ejecutar las nuevas tácticas de la guerra helitransportada los gringos les habían traído nuevitos algunos de los últimos helicópteros de la serie Huey. Monterrosa estaba convencido de que en esta ocasión atraparía a Joaquín Villalobos, comandante del ERP y miembro de la Comandancia General del FMLN. “Esta vez no podrá escapar”, le había declarado a una periodista norteamericana.

Tomando en cuenta estos rasgos los compas del ERP le preparan una operación. Aquí en Guazapa habíamos hecho ya unos ensayos de dejar botados fusiles y radios con explosivos, era como una versión escenográfica del cazabobos. Simulábamos un combate, una balacera, llevábamos una gallina, le cortábamos el pescuezo, salpicábamos de sangre el lugar y salíamos corriendo. Aquellos ensayos fueron dando origen a la idea de que podíamos cazar helicópteros montando trampas en el suelo, haciendo que el helicóptero recogiera la trampa y se la subiera.

Esa misma idea, aplicada por el ERP en Morazán, fue la de simular un combate al cabo del cual se había perdido la Radio Venceremos, que no dejaba pasar un minuto de su transmisión sin recordarle a Domingo Monterrosa que algún día iba a pagar por el Mozote. Allí por las inmediaciones del pueblito de Joateca dejaron botados unos equipos viejos de la radio, grabadoras, cassettes, papeles, todo salpicado con sangre. Los soldados de Joateca se enteraron, fueron hasta el lugar y dieron aviso de que habían capturado a la Radio Venceremos.

Como a las cinco de la tarde llegó el helicóptero con Domingo Monterrosa y su séquito: el jefe de la unidad del Atlacatl que estaba operando en la zona, otros siete mandos militares de la Operación Torola, un capellán militar, un sacristán y tres camarógrafos. Aterrizaron en el lugar, se bajaron, hicieron algunas tomas, montaron la radio en el helicóptero y partieron hacia San Miguel, donde estaba esperando la prensa entera lista para que Monterrosa le anunciara al mundo que la Radio Venceremos había sido capturada.

En el aparato de la radio se ocultaba una carga de explosivo con dos espoletas. Una con altímetro, que reacciona cuando el helicóptero alcanza cierta altura. Es una espoleta como la aguja de un reloj, que llegada a un determinado nivel hace contacto y provoca la explosión. La otra era a control remoto. Resulta que el helicóptero desgraciado subió, alcanzó la altura, pero no explotó. Pero cuando pega la vuelta en dirección a San Francisco Gotera pasa por sobre una loma donde estaban los compañeros del ERP con el control remoto. Esa sí reaccionó.

Fue el martes 23 de octubre de 1984. La Asamblea Legislativa declaró tres días de duelo nacional. Por su parte, el FMLN decretó tres días de fiesta nacional, celebrados con baile hasta la medianoche.

 

(Comandante Ramiro Vázquez del FMLN, en el libro “Canción a una bala”)
 

Groso



 
 

Qué nos ocurre después de tanto tiempo,
reflexionamos al vernos al espejo;
qué es lo que pasa, me estoy viniendo viejo,
no se ya qué pensar, si ya no se qué es lo que pienso.
Yo soy un hombre bueno,
lo que pasa es que me estoy viniendo viejo;
trataré de hacer las cosas a su tiempo,
o sino no le daré importancia al cuerpo, oh no.
No puede ser que esto me preocupe,
si estoy naciendo, que bueno, que bueno;
para qué tantos años de experiencia,
si justo ahora me doy cuenta que no tengo.
Yo soy un hombre bueno,
lo que pasa es que me estoy viniendo viejo;
trataré de hacer las cosas a su tiempo,
o sino no le daré importancia al cuerpo, oh no



miércoles, 17 de octubre de 2012

Atilio Borón versus Lanata, Canal 13 y el PO


Sólo por acto de mala fe puede calificarse de “bonapartista” y “nacionaloide” al gobierno de Venezuela, que para la cobertura internacional de sus elecciones nacionales acreditó a más de diez mil periodistas provenientes de todo el mundo, incluido el contingente argentino de PPT.

¿Monopolizador estatal de la expresión pública? ¿El gobierno que habilita a un multimedio privado extranjero para instalarse en su país y ejercer desde allí la comunicación masiva de objeciones y preferencias políticas referidas a su propia situación? ¿Represor del derecho al trabajo? ¿El gobierno que acreditó a Lanata y los demás empleados para que produjeran allá el programa con cuya publicidad Canal 13 hace su negocio y paga sus sueldos? ¿Censor? ¿El oficialismo venezolano que en plena elección les dejó hacer campaña por el candidato opositor? ¿Acaso no pudieron transmitir desde allá las mismas opiniones que difunden acá? ¿No fue que pudieron incluso divulgar parte del contenido de una carpeta del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional?

Es la falsa defensa de los derechos del trabajador argentino lo que motiva la solidaridad  con “un adversario de toda la vida de nuestro partido, incluso cuando realiza una acción de contenido derechista”. Escribir que “de esta manera se refuerza nuestra autoridad política” y hasta se podrá “arrancar a una parte de la clase media de la tutela de la derecha” es una confesión patéticamente involuntaria de que estas declaraciones fueron concebidas por obra del cálculo oportunista y no de la conciencia de clase.
 
En su tartamudez de farsante, esta supuesta defensa de “la libertad de trabajo y de expresión de Jorge Lanata y sus compañeros de trabajo” pasa por alto un dato relevante para analizar, comprender y sentar opinión, cual es que tanto Lanata, como su equipo, las compus, los teléfonos, el embajador, el hotel, los agentes, la carpeta, el aeropuerto y Chávez se encontraban en otro país al momento de producirse el incidente. Se hallaban concretamente todos en Venezuela, país que tiene sus propias leyes, quienquiera las haya dictado, ya fuera un dictador, un Estado Obrero, Juan Domingo Perón o Dios Nuestro Señor.
.

Yo desconozco esa legislación. Sólo sé que pertenece a un Estado Soberano, por lo visto bastante hospitalario y permisivo para con los extranjeros, cuando menos para con los trabajadores de prensa argentinos. Como obrero del mismo gremio, considero que el “incidente carpeta” que mis colegas tuvieron el disgusto de protagonizar (como actores de reparto, mayoritariamente) es el producto de un error cuyas consecuencias exceden las fronteras de nuestro derecho profesional. La divulgación pública de un secreto de Estado bien puede llegar a ser un derecho universal del periodismo, pero en Venezuela tienen derecho a considerarla un delito, estén o no equivocados, compartamos o no esa opinión.
 
Lanata pudo lanzar esa primicia desde acá y el cantar hubiera sido básicamente el mismo, pero eligió (o le ordenaron) hacerlo desde allá. No es el mismo caso del “Watergate”, como él mismo comparó recién llegado a Ezeiza, mientras prendía un pucho. Bernstein y Woodward eran dos norteamericanos fumando en una redacción de Washington, donde amparados por las leyes de su país investigaban a su propio gobierno.
 
El error pudo a su vez ser motivado por el intento de llevar a cabo una provocación. ¿Si no por qué se divulgó desde allá? ¿Fue por orden o con permiso del 13? Lanata dice que experimentaba la incómoda sensación de sentirse vigilado todo el tiempo. ¿Por qué entonces se apareció en la aduana venezolana exhibiendo justamente ese documento secreto?
 
Por lo tanto ese error puso al grupo entero de compatriotas en riesgo de ser cómplices de un delito cometido en otro país. Y sin embargo parece que no se violó ninguna ley venezolana, o que en tal caso los perdonaron. Según la carpeta, todo indica que los dejaron entrar a sabiendas de quiénes eran, con licencia para hacer el trabajo de “informar” sin supervisión ni censura alguna y permiso de sumarse a la campaña proselitista a favor de Capriles. Tuvieron hasta la libertad de poder revelar secretos de Estado.

Pudieron hacer todo esto. ¿Se les ofrecía algo más?
 
Finalmente, aunque los demoraran un par de horas aeroportuarias para hacerles algunas preguntas y les exigieran dejar algunos valores informativos de soporte digital, el programa ya estaba hecho y había sido emitido en directo. A lo sumo los privaron de algunas sobras tiradas a la parrilla para compartir con la audiencia durante los domingos siguientes. Vaya uno a saber qué otro ejemplo de propiedad intelectual de la “inteligencia”.
  
Aguante, Atilio, y como dicen: no gaste pólvora en chimangos.
 
 

domingo, 14 de octubre de 2012

Pequeña cita con Silvio



Llevo ya casi tres cuartos de mi vida escuchando a Silvio Rodríguez, unos treinta años para ser exacto, y como pienso seguir viviendo por mucho tiempo, creo que finalmente podré decir que me pasé la vida entera y más en compañía de sus canciones.

Claro que al ser millones los bendecidos por la misma experiencia, es apropiado definirla como normal, o más precisamente: vital.  

Pero lo que por cierto no sucede a menudo –cuando menos no a quienes integramos esa infinidad anónima de devotos– es tener la oportunidad de platicar con él, aunque más no sea un instante. Cosa que me sucedió ayer, por causa de los azares, cuando recalé en su blog, navegando:




 


viernes, 12 de octubre de 2012

Noruega vuelve a dar asco


Noruega, país al servicio militar de los EEUU como miembro de la OTAN, aportó el año pasado la suma de 7232 millones de dólares para el presupuesto de dicha alianza, gran parte de la cual se gastó en la infernalmente sangrienta invasión de Libia. La cifra mencionada le corona como segundo aportante per capita después del amo imperial. Durante el mismo período, "Norge" colaboró además con el despliegue de 21 mil soldados.
El Parlamento Noruego, encargado de entregar el Premio Nobel de la Paz, acaba de conferir tal “honor” a la Unión Europea, 20 de cuyos 27 países integrantes forman también parte de la OTAN.
Vale recordar con renovado asco que el galardonado en el 2009 fue el propio amo imperial, Barack Obama. Entonces opiné que Noruega debía dejar de ser la sede del premio. Hoy digo que ese premio está muerto.
Presentemos de ahora en más a don Adolfo Pérez Esquivel simplemente por su nombre. Un luchador popular inagotable, un paladín de la justicia, un palomo mensajero de la paz. Un hombre no necesita de adjetivos. Lo demás es verso.