martes, 5 de julio de 2011

¿Ibarrismo?

En algún discurso de campaña pronunciado desde los micrófonos proselitistas de Nuevo Encuentro, una de mis candidatas a la legislatura porteña hace mención al “ibarrismo”. Para intentar concebir las dimensiones y cualidades semánticas que emanan de este sustantivo de imprecisa actualidad política, es preciso exhonerar aunque más no sea de manera sucinta a las principales relaciones de parentesco que el vocablo sugiere en su sentido puro.

La más venerable de tales acepciones refiere a la logia fanática del inmortal marcador de punta xeneixe Hugo “el Negro” Ibarra, designando con “ibarrismo” al credo futbolístico que durante años predicó la superioridad técnica, pectoral y goleadora del Negro sobre el Pupi Zanetti, perpetuo usurpador de la camiseta blanquiceleste número 4.

Una segunda noción de “ibarrismo”, igualmente entrelazada con el arte del balonpié, nos lleva a la alta escuela de periodismo que supo inspirar el inolvidable comentarista y conductor Néstor Ibarra.

Luego encontramos un significado de alcance culinario: “ibarrismo” como indicativo de preferencia en materia de aceites de oliva.

Ahora estamos en condiciones de aproximarnos a la definición de “ibarrismo” propiamente dicho, es decir la adhesión militante a uno u otro de los hermanos Ibarra:

a) seguidores de la honrada diputada Vilma Ibarra, tan hermosa ella.
b) espontáneos saludadores del ex intendente frepasista (La Barra de Ibarra).


¿Cuánto cotiza hoy un “¡Grande Aníbal!”?

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