miércoles, 18 de mayo de 2011

“No traigas ni nos pidas odio, compañera/o”

Ana María Etlis me referìa a tu pàrrafo "es el goboerno argentino.....? Como yo vengo del pca y ahora cambiè de partido comunista porque es màs comprometido con la realidad nacional, no hace falta que me expliques que es lo que se hace en el pca, porque tu ... padre contribuyò en destruìrlo. por suerte yo, despuès de 41 años de comunista, pude pasarme a tiempo. uds. no tienen ni inserciòn a las masas ni politica, asì que por favor te pido sacame de tu muro. los "nenes de papà" no me interesan. es muy fàcil hacer polìtica desde un escritorio!

Juan Bautista Echegaray Me preguntaste que qué hago yo. Lo hiciste en un tono muy poco cordial, pero yo igual te respondí. Entonces me decís que no hace falta que te explique qué es lo que hace la organización en donde yo trato de hacer algo en común con los demás. Después pasás al ataque personal, familiar, y de ahí al descrédito en conjunto del partido donde “militaste” tanto tiempo. ¡Tras lo cual me pedís un favor! Finalmente, y no contenta con haber vomitado por todos lados, acabás tu descargo lanzando otro chorro de odio.

Uno es ducho en esquivar esta vieja clase de insultos. Así que ole… Queda el charco que dejaste como prueba de que no sólo te referías a mi pregunta respecto del gobierno, y que tu primordial intención era pegarle al nene y, sobre todo, pegarle al papá.

Enbuenahora que hayas abandonado el Partido Comunista, Ana. Gente que se va, gente que viene. A vos te parecerá mentira, pero hemos recibido más de veinte miles de firmas de adhesión para nuestra personería. En todo el país. Muchas personas además se afilian. En la ficha hay un ítem impreso con tinta invisible. Dice: “No traigas ni nos pidas odio, compañera/o”.

PD: buena suerte con tus masas; en cierta medida las compadezco por el relleno que –dios y cristina no lo permitan– les ponés adentro, o mejor dicho, encima. No estás en mi muro. El “muro” (ese de 40 y pico de años) es todo tuyo, nena. Y siempre serás uno de sus ladrillos, por mucho que reniegues y hagas gala con la penosa coreografía de haberte convertido en orgulloso cascote.

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