lunes, 14 de diciembre de 2009

Caras




La cara rota de Berlusconi, diría que como de muchachito asustado y al borde de la lágrima luego que lo acaban de arrebatar de un reverendo piñazo, no me hizo reír. No me dio alegría verlo así, ni nada por el estilo. También creo que él y los suyos han de estar agradecidos de que sólo le aventaron un objeto contundente.
Pero Silvio no es un muchachito. Ni falta que hace resaltar qué, quién es. Lo que puede que sea indicado es:

1) Repasar la máxima de que al adversario se le combate primordialmente con las armas de la política, que son varias. La sumatoria efectiva de destrezas individuales y facultades colectivas para su buen uso, aumenta las probabilidades de hacer cumplir el deseo de evitar la violencia propiamente física con sus dolores y riesgos fatales.
2) Sostener y/o acelerar la ofensiva política contra el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en especial apuntando al Jefe, cosa de aprovechar al máximo los e/horrores que por su propia cuenta viene y sigue cometiendo.
3) Ponerse a analizar (en la intimidad y en conjunto) la escalada policíaca en los niveles de represión. Evaluar y afinar la respuesta a los mismos.

Cerrada la bronca que causó el Nobel a Bushama, atentos al sentido de lo dicho durante la entrega (“...es necesario que los países vayan a la guerra para proteger a sus ciudadanos”) no sería imprudente experimentar algún miedito.
Por lo pronto en lo personal yo me voy preparando anímicamente y supero el efímero pesar provocado por la carita da Ber-lus-coni. Llegado el caso, no habrá más solución política-militar que verla incluso muerta. Caso contrario esa cara será la nuestra o, aún peor, la de nuestros bienamados. En cualquier caso habrá que pasar a  reponerse pronto.


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